Nunca debemos olvidar que una piel joven es una piel hidratada. A la hora de abordar el envejecimiento del rostro podemos ayudarnos, en general, de técnicas como la mesoterapia, peelings, la radiofrecuencia, los láseres o la luz pulsada, los implantes o la toxina botulínica.
El tratamiento para el tratamiento de arrugas más profundas dependerá de la parte de la cara que estemos tratando. En el tercio superior, para arrugas mecánicas, utilizaremos la toxina botulínica que nos permite relajar los músculos y estirar la piel que los cubre en esa zona.
En los dos tercios inferiores –dependiendo de si domina la flacidez, la falta de tono cutáneo debido a la pérdida de grasa o masa muscular, o más bien las arrugas–, combinaremos técnicas de relleno con ácido hialurónico de diferentes densidades, mesoterapia con vitaminas, aminoácidos, fórmulas homeopáticas y, además, otras sustancias reabsorbibles que nos permitan recuperar volumen en pómulos o tensión en el arco mandibular.
Es cierto que el mejor resultado consistirá en la aplicación de una combinación de los posibles tratamientos en cada persona según su necesidad y grado de envejecimiento para lograr una cara joven que tenga una piel luminosa, sin manchas, sin arrugas, con tono y volúmenes bien marcados.
Siendo conscientes de que, con la edad, todos vamos perdiendo esas cualidades debemos saber que podemos ayudarnos con los tratamientos médico-estéticos a mantenerlas en buen estado o recuperarlas cuando las hayamos perdido.
*Artículo publicado originalmente en ‘Qué!Nervión’